Tras su gran presentación en la Libertadores, el Fortín fue más pero lo abrochó Franco Frías para el 1-0 definitivo. Michael Santos malogró un penal que hubiera sido el empate en el final.

Vélez sumó una nueva derrota en el Torneo Apertura que, además de alejarlo aún más de la zona de playoffs, lo hunde en el puesto de descenso por tabla anual. El verdugo del campeón en Liniers fue Sarmiento, que cortó una racha de siete partidos sin ganar y sacó tres puntos claves en la misma lucha que el conjunto de los Barros Schelotto: se puso a tiro de los primeros ocho y se alejó del fondo de la general.

El local fue más en el primer tiempo aunque, nuevamente, le costó generar peligro claro. Recién sobre la media hora Maher Carrizo amenazó con un cabezazo que tapó abajo Lucas Acosta. El arquero volvió a agrandarse en un tiro libre quirúrgico de Michael Santos, reemplazante del suspendido goleador Braian Romero, antes del descanso, pero parecía que la V Azulada se venía con todo.

Las expectativas se cumplieron con Álvaro Montoro, que se hizo un picnic por el costado izquierdo, errando por poco en el arranque del complemento. Pero la intensidad del Fortín se diluyó un tanto con la salida de la joya y el ingreso de Tomás Galván, jugador insignia del fallido ciclo de Sebastián Domínguez, así como de un errático Imanol Machuca, y el Verde comenzó a gravitar más alto.

Como contrapartida, Guillermo Sanguinetti ganó con los ingresos de Franco Frías y el de Gabriel Díaz por Joaquín Gho, quienes a los 26 combinaron para ir a fondo en la primera llegada neta visitante. Díaz envió el centro bajo desde la izquierda y, libre entre Damián Fernández y Valentín Gómez, batió a Tomás Marchiori.

Vélez fue con todo a buscar la igualdad, aunque con desconcierto y desorden. Cerca del cierre, Frías puso un brazo demasiado abierto ante un centro de Carrizo y, tras las discusiones y los vaivenes del VAR, convalidó Sebastián Martínez Beligoy no sin antes confundir al ejecutante Santos con un gesto que lo hizo patear adentro al lado del poste cuando no valía. Cuando sí, a los 46, remató por arriba para sentenciar que ni el tiro del final le saliera al equipo para rascar un punto.

Lógicos silbidos de fastidio bajaron la persiana de la noche del José Amalfitani, donde el gol se hizo desear una vez más para el dueño de casa y lo dejó en llamas con su presente doméstico.